martes, 1 de marzo de 2016

Cuando la rama de un árbol es la única salvación

“Crónica de una inundación anunciada” hubiera podido ser el epígrafe de este post, parafraseando al gran Gabo; pero esta no es una novela fantástica, en realidad se trata de una tragedia. Cuando miro imágenes como ésta, me es difícil describir la sensación en un solo término, es una mezcla de profunda desazón, decepción y desesperanza, que escribe en mi mente una sola palabra de once letras: “negligencia”.



Se entiende por negligencia al descuido que implica un riesgo para uno mismo o para quienes dependen de nuestras acciones. Y esto es exactamente un gran descuido que ha puesto en serio riesgo a la población de mi región.

La primera vez  que nos ocurre una desgracia, nos da la oportunidad de tomar acciones para que ésta no se vuelva a repetir, la segunda vez si nos ocurre la misma desgracia es porque no se tuvo cuidado y no se tomaron las previsiones para evitarla, ya es negligencia; pero la tercera, la cuarta y las siguientes veces, ya son cuestión de patológica negligencia. Sin embargo imágenes como las que mostramos se vienen reproduciendo de manera periódica una y otra vez sin que a nadie aparentemente le nazca la voluntad de cambiarlas.



Es algo realmente absurdo. ¿Puede alguien pensar que construir una defensa ribereña cueste más que todas las toneladas de cultivos perdidos, las casas destruidas e incluso la vida de los pobladores?
Aquí no ha habido prevención no ha habido preparación no ha habido concientización. 

Hemos esperado a tener el agua en la cintura, literalmente, para recién preocuparnos por la antes probable y ahora tangible inundación. Y la culpa de esta tragedia no es exclusivamente  de las autoridades locales, ni de Defensa Civil, ni del gobierno central, ni del pueblo. Es la culpa de todos nosotros, de todos los que vivimos en esta región y que negligentemente, casi estúpidamente, permitimos que nos suceda la misma desgracia una y otra y otra vez. Esto es un llamado a la sociedad en su conjunto.

Desde mi infancia escucho noticias de los estragos que en mi país causa el fenómeno del niño, ahora soy un adulto; pero la pueril actitud con que todos tomamos este asunto no parece madurar jamás. ¿Cuántos “niños” más tendremos que afrontar en las mismas penosas condiciones? ¿Cuántas veces más tiene el universo que darnos la lección para que podamos aprenderla? ¿Cuántos niños más tendrán que quedarse sin hogar? Que alguien me diga ¿Cuántos?

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